EL INSTANTE SANTO
VI- El instante santo y las leyes de Dios
La razón de que tengas tan poca fe en ti mismo es que no estás dispuesto a aceptar el hecho de que dentro de ti se encuentra el amor perfecto. Y así, buscas afuera lo que no se puede encontrar afuera. Cap.15.V.2.1:2
En el instante santo compartimos la fe que tenemos en el Hijo de Dios porque juntos reconocemos que él es completamente digno de ella, y en nuestro aprecio de su valía no podemos dudar de su santidad. Y, por lo tanto, le amamos. Cap.15.V.2.5:6
No te resulta difícil creer que cuando otro pide amor a Dios, tu propia petición no pierde fuerza. Tampoco crees que cuando Dios le contesta tus esperanzas de recibir respuesta se ven mermadas. Por el contrario, te sientes más inclinado a considerar el éxito de tu hermano como una prueba de la posibilidad del tuyo. Eso se debe a que reconoces, aunque sea vagamente, que Dios es una idea, y, por consiguiente, tu fe en Él se fortalece al compartirla. Lo que te resulta difícil aceptar es el hecho de que, al igual que tu Padre, tú eres una idea. Cap.15.V.4.1:5
Y al igual que Él, te puedes entregar totalmente sin que ello suponga ninguna pérdida para ti y de ello sólo se puedan derivar ganancias. En esto reside la paz, pues en ello no hay conflicto. Cap.15.V.4.6:7
En el instante santo reconoces que la idea del amor mora en ti, y unes esta idea a la Mente que la pensó y que jamás podría abandonarla. Puesto que dicha Mente mantiene dentro de sí la idea del amor, no puede haber pérdida alguna. Cap.15.V.5.3:4
En el instante santo prevalecen las leyes de Dios, que son las únicas que tienen sentido. Cap.15.V.5.8
En el instante santo no ocurre nada que no haya estado ahí siempre. Lo único que sucede es que se descorre el velo que cubría la realidad. Nada ha cambiado. Sin embargo, cuando se descorre el velo del tiempo, la conciencia de inmutabilidad aflora de inmediato. Cap.15.V.6.1:4
VII.- El Sacrificio innecesario
En tales relaciones dementes, la atracción de lo que no deseas parece ser mucho mayor que la atracción de lo que sí deseas. Pues cada uno piensa que ha sacrificado algo por el otro y lo odia por ello. Eso, no obstante, es lo que cree que quiere. No está enamorado del otro en absoluto. Simplemente cree estar enamorado del sacrificio. Y por ese, sacrificio que se impone a sí mismo, exige que el otro acepte la culpabilidad y que se sacrifique a sí mismo también. El perdón se hace imposible, pues el ego cree que perdonar es perderlo. Cap.15.VII.1:7
El sufrimiento y el sacrificio son los regalos con los que el ego “bendice” toda unión. Y aquellos que se unen ante su altar aceptan el sufrimiento y el sacrificio como precio de su unión. Cap.15.VII.9.1:2
Cada vez que te enfadas, puedes estar seguro de que has entablado una relación especial que el ego ha “bendecido”, pues la ira es su bendición. Cap.15.VII.10.1
La culpabilidad es la única necesidad del ego, y mientras te sigas identificando con él, la culpabilidad te seguirá atrayendo. Mas recuerda esto: estar en un cuerpo no es estar en comunicación. Y si crees que lo es, te sentirás culpable con respecto a la comunicación y tendrás miedo de oír al Espíritu Santo, al reconocer en Su Voz tu propia necesidad de comunicarte. Cap.15.VII.10.4:6
El Espíritu Santo no puede enseñar valiéndose del miedo. ¿Cómo iba a poder, entonces, comunicarse contigo, mientras creas que comunicarte equivale a estar solo?. Obviamente es una locura creer que vas a ser abandonado si te comunicas verdaderamente. Cap.15.VII.11.1:3
El perdón radica en la comunicación tan inexorablemente como la condenación radica en la culpabilidad. La función docente del Espíritu Santo consiste en enseñar que la comunicación es la salvación a aquellos que creen en que es condenación. Cap.15.VII.13.1:2
VIII.- La única relación real
A fin de llevar a cabo Su tarea docente, el Espíritu Santo tiene que valerse de todo lo que hay en este mundo para tu liberación. Tiene que aprovechar cualquier señal o indicación de que estás dispuesto a aprender de Él lo que es la verdad. Cap.15.VIII.1.2:3
En vista del miedo que tienes del perdón, que Él percibe con la misma claridad con la que sabe que el perdón libera, Él te enseñara a recordar que el perdón no conlleva ninguna clase de perdida, sino que, por el contrario, es tu salvación. Cap.15.VIII.1.6
Relaciónate únicamente con lo que nunca te abandonará y con lo que nunca podrías abandonar. . Cap.15.VIII.3.1
Deja, por lo tanto, lo que a ti te parece imposible en manos de Aquel que sabe que sí es posible, toda vez que esa es la Voluntad de Dios. Y permite que Aquel cuyas enseñanzas son sólo a favor de Dios te enseñe el único significado de las relaciones. Pues Dios creó la única relación que tiene significado, y esa relación es la relación que Él tiene contigo. Cap.15.VIII.6.4:6
IX.- El instante santo y la atracción de Dios
Tal como el ego quiere que la percepción que tienes de tus hermanos se limite a sus cuerpos, de igual modo el Espíritu Santo quiere liberar tu visión para que puedas ver los Grandes Rayos que refulgen desde ellos, los cuales son tan ilimitados que llegan hasta Dios. Este cambio de la percepción a la visión es lo que se logra en el instante santo. Mas es necesario que aprendas exactamente lo que dicho cambio entraña, para que por fin llegues a estar dispuesto a hacer que sea permanente. Una vez que estés dispuesto, esta visión no te abandonara nunca, pues es permanente. Cap.15.IX.1.3:4
No tienes la menor idea de los límites que le has impuesto a tu percepción ni de toda la belleza que podrías ver. Pero recuerda esto: la atracción que Dios siente por ti sigue siendo ilimitada, pero puesto que tu poder es el Suyo, y, por lo tanto, tan grande como el de Él, puedes darle la espalda al amor. La importancia que le das a la culpabilidad se la quitas a Dios. Cap.15.IX.6.1:4
En el instante santo no hay cuerpos, y lo único se experimente es la atracción de Dios. Cap.15.IX.7.3
X.- La hora de renacer
Mientras estés en el tiempo, tendrás el poder de demorar la perfecta unión que existe entre Padre e Hijo. Pues en este mundo, la atracción de la culpabilidad se interpone entre ellos. En la eternidad, ni el tiempo ni las estaciones del año tienen significado alguno. Cap.15.X.1.1:3
Pero aquí, la función del Espíritu Santo es valerse de ambas cosas, mas no como lo hace el ego. Ésta es la temporada en la que se celebra mi nacimiento en el mundo. Más no sabes cómo celebrarlo. Deja que el Espíritu Santo te enseñe, y déjame celebrar tu nacimiento a través de Él. El único regalo que puedo aceptar de ti es el regalo que yo te hice. Libérame tal como yo elijo liberarte a ti. Celebraremos la hora de Cristo juntos, pues ésta no significa nada si estamos separados.Cap.15.X.1.4:10
Debes reconocer que cualquier clase de sacrificio no es sino una limitación que se le impone al acto de dar. Y mediante esa limitación limitas la aceptación del regalo que yo te ofrezco. Cap.15.X.2.6:7
En tus manos esta hacer que esta época del año sea santa, pues en tus manos está hacer que la hora de Cristo tenga lugar ahora. Es posible hacer esto de inmediato, pues lo único que ello requiere es un cambio de percepción, ya que únicamente cometiste un error. Cap.15.X.4.1:2
Pues aunque el ego se manifiesta de muchas formas, es siempre la expresión de una misma idea: lo que no es amor es siempre miedo, y nada más que miedo. Cap.15.X.4.4:5
Y de lo que debes darte cuenta es de lo siguiente: el sacrificio no es amor sino ataque. Solo con que aceptes esta idea, tu miedo al amor desaparecerá. Una vez que se ha eliminado la idea del sacrificio ya no podrá seguir habiendo culpabilidad. Cap.15.X.5.9:11
Tienes que elegir entre la libertad absoluta y la esclavitud absoluta, pues éstas son las únicas alternativas que existen. Cap.15.X.9.3
XI.- La navidad como símbolo del fin del sacrificio
No temas reconocer que la idea del sacrificio no es sino tu propia invención; ni trates de protegerte a ti mismo buscando seguridad donde no la hay. Cap.15.XI.1.1:2
El símbolo de la Navidad es una estrella: una luz en la obscuridad. No la veas como algo que se encuentra fuera de ti, sino como algo que refulge en el Cielo interno, acéptala como la señal de que la hora de Cristo ha llegado. Cristo llega sin exigir nada. No le exige a nadie ningún tipo de sacrificio. Cap.15.XI.2.1:2
Tú que crees que el sacrificio es amor debes aprender que el sacrificio no hace sino alejarnos del amor. Pues el sacrificio conlleva culpabilidad tan inevitablemente como el amor brinda paz. Cap.15.XI.4.1:2
Mediante la culpabilidad excluyes a tu Padre y a tus hermanos de ti mismo. Cap.15.XI.4.5
Los que reciben al Padre son uno con Él, al ser anfitriones de Aquel que los creó. Y al abrirle las puertas, Su recuerdo llega con Él, y así recuerdan la única relación que jamás tuvieron y que jamás querrán tener. Cap.15.XI.9.4:5
Acepta el instante santo con el nacimiento de este año, y ocupa tu lugar-por tanto tiempo vacante- en el Gran Despertar. Haz que este año sea diferente al hacer que todo sea lo mismo. Y permite que todas tus relaciones te sean santificadas. Esta es nuestra voluntad. Amen. Cap.15.XI.10.10:14
- Los versículos compartidos corresponden a textos extraídos de los párrafos a modo indicativo de cada tema, solo la lectura completa del Libro de Texto, dará una mejor comprensión.
- A partir de 54:56 en audiolibro comienzan los párrafos completos de los versículos del texto compartido.
- Tener absoluta fe en que cada una de ellas tiene la capacidad de satisfacerte completamente, solo puede proceder de una perfecta fe en ti mismo. Mas no puedes tener fe en ti mismo mientras sigas sintiendo culpabilidad y seguiras sintiendo culpabilidad mientas aceptes la posibilidad- y la tengas en gran estima- de que puedes hacer que tu hermano sea lo que no es solo porque tú lo desees. Cap. 15 1.4:6
One thought on “Capitulo 15-UCDM-Libro de Texto 2da Parte”