EL NUEVO COMIENZO
Introducción
El nuevo comienzo se convierte ahora en el foco central de nuestro programa de estudios. No hay duda con respecto a cuál es la meta, pero ahora se necesitan métodos específicos para alcanzarla. La rapidez con la que la puedes alcanzar depende únicamente de esto: que estés dispuesto a poner en práctica cada paso. Cada uno de ellos te ayudará un poco más cada vez que lo practiques. Y todos ellos juntos te conducirán más allá de los sueños de juicios a los de perdón, liberándote así del dolor y del miedo. Ninguno de estos pasos es algo nuevo para ti, pero todavía son ideas más que reglas por las que riges tu pensamiento.
Por lo tanto, necesitamos ponerlos en práctica por algún tiempo, hasta que se conviertan en las reglas por las que riges tu vida. Nuestro propósito es ahora convertirlos en hábito, de modo que estén a tu disposición en caso de necesidad.
I.- Reglas para tomar decisiones
Tomar decisiones es un proceso continuo, pero no siempre te das cuenta de cuándo las estás tomando. Mas con un poco de práctica con aquellas de las que ya eres consciente, comienza a establecerse un patrón que te ayudará con las demás. Cap.30.I.1.1:3
Piensa más bien en la clase de día que te gustaría tener, y dite a ti mismo que hay una manera muy fácil de que este mismo día pueda transcurrir así. Trata entonces una vez más de tener la clase de día que deseas. Cap.30.I.1.8:9
- Este enfoque comienza con la siguiente declaración: Hoy no tomaré decisión por mi cuenta. Esto quiere decir que estás eligiendo no ser el juez de lo que se debe hacer. Pero quiere decir también que no juzgarás aquellas situaciones en las que te veas llamado a tomar una decisión. Cap.30.I.2.1:4
- Siempre que te acuerdes de ello a lo largo del día y dispongas un momento de calma para reflexionar, repítete a ti mismo nuevamente la clase de día que te gustaría tener, los sentimientos que deseas abrigar, las cosas que quieres que te sucedan así como lo que quieres experimentar, y di: Si no tomo ninguna decisión por mi cuenta, ésa es la clase de día que se me concederá. Si prácticas estos dos procedimientos debidamente, ello te ayudará a dejarte guiar sin temor, pues no permitirá que primero surja la oposición, para luego convertirse en un problema de por sí. Cap.30.I.4.1:3
- Recuerda nuevamente la clase de día que te gustaría tener y reconoce que ha ocurrido algo que no forma parte de ello. Date cuenta entonces de que has hecho una pregunta por tu cuenta y de que debes haberla contestado de acuerdo con las condiciones que tú mismo has establecido. Di entonces: “No tengo ninguna pregunta. Me olvidé de lo que tenía que decir”. Esto cancela las condiciones que has establecido y permite que la respuesta te muestre cuál debió haber sido realmente la pregunta.30.I.6.1:6
- Si estás tan reacio a recibir que ni siquiera puedes olvidarte de tu pregunta puedes empezar a cambiar de parecer con lo siguiente: Por lo menos puedo decidir que no me gusta cómo me estoy sintiendo ahora. Esto por lo menos es obvio, y allana el camino para el siguiente paso, que es muy sencillo. Cap.30.I.8.1:3
- Una vez que has decidido que no te gusta cómo te estás sintiendo, qué podría ser más fácil que continuar con: Por lo tanto, espero haber estado equivocado. Esto mitiga la sensación de resistencia y te recuerda que no se te está forzando a que aceptes ayuda, sino que ésta es algo que deseas y necesitas porque no te gusta cómo te estás sintiendo. Cap.30.I.9.1:3
- Éste ápice de sabiduría bastará para llevarte aún más lejos. No se te está forzando a ello, sino que simplemente esperas lograr lo que quieres. Por lo tanto, puedes decir con perfecta honestidad: Quiero ver esto de otra manera. Ahora has cambiado de parecer con respecto a la clase de día que deseas tener, y has recordado lo que realmente quieres. Cap.30.I.11.1:5
- Éste último paso es sólo el reconocimiento de que no te opones a recibir ayuda. Es la declaración de una mente receptiva, que aunque todavía no está segura, está dispuesta a que se le muestre lo que necesita ver: Tal vez hay otra manera de ver esto. ¿Qué puedo perder con preguntar? Ahora puedes, por lo tanto, hacer una pregunta que tiene sentido, y, consecuentemente, la respuesta tendrá sentido también. Y no te opondrás a ella, pues comprenderás que es a ti a quien dicha respuesta beneficiará. Cap.30.I.12.1:6
Hemos dicho que puedes comenzar el día felizmente si decides no tomar ninguna decisión por tu cuenta. Esto de por sí parece ser una decisión. Sin embargo, tú no puedes tomar decisiones por tu cuenta. La única cuestión es entonces con quien eliges tomarlas. Eso es todo. Cap.30.I.14.1:5
La primer regla, pues, no es una coacción, sino la simple afirmación de un hecho. No tomes decisiones por tu cuenta, independientemente de lo que decidas. Pues o bien se toman con ídolos o bien con Dios. Y le pides ayuda al anti-Cristo o a Cristo, y aquel que elijas se unirá a ti y te dirá lo que debes hacer. Cap.30.I.14.6:9
La segunda regla es asimismo un hecho. Pues tu consejero y tú tenéis que estar de acuerdo con respecto a lo que deseas antes de que pueda ocurrir. Es este convenio lo que permite que todas las cosas ocurran. Pues nada puede ocurrir sin algún tipo de unión, ya sea con un sueño de juicios o con la Voz que habla a favor, de Dios. Las decisiones producen resultados precisamente porque no se toman aisladamente. Cap.30.I.16.1:5
II.- El libre albedrio
¿No te das cuenta de que oponerte al Espíritu Santo es luchar contra ti mismo? Él sólo te dice lo que es tu voluntad; Él habla por ti. En Su Divinidad radica la tuya. Cap.30.II.1.1:3
Ni una sola chispa de vida fue creada sin tu grato consentimiento, tal como tú quisiste que fuese. Ni uno solo de los Pensamientos que Dios jamás haya tenido pudo haber nacido sin tu bendición. Dios no es tu enemigo. Él sólo quiere oírte llamarle “Amigo”. Cap.30.II.1.9:12
¡Que maravilloso es hacer tu voluntad! Pues eso es libertad. A nada más debería llamársele por ese nombre. A menos que hagas tu voluntad no serás libre. Cap.30.II.2.1:4
Dios no podría haber permitido que Su Hijo fuese prisionero de aquello que no desea. Él se une a tu voluntad de ser libre. Y oponerte a Él es decidir ir en contra de ti mismo y elegir estar encadenado. Cap.30.II.2.8:10
Contempla una vez más a tu enemigo, al que elegiste odiar en vez de amar. Pues así es como nació el odio en el mundo y como se estableció en él el reino del miedo. Escucha ahora a Dios hablarte a través de Aquel que es Su Voz así como la tuya, recordándote que tu voluntad no es odiar ni ser un prisionero del miedo, un esclavo de la muerte o una insignificante criatura de escasa vida. Cap.30.II.3.1:3
Lo que mora en ti se ha unido a Dios Mismo en el nacimiento de la creación. Acuérdate de Aquel que te creó, Quien a través de tu voluntad creó todo. Todo lo creado te está agradecido, pues nació gracias a tu voluntad. Cap.30.II.3.5:7
Pues lo que se le hace a quien Dios ama, se le hace a Dios Mismo. No pienses que Aquel que te hizo co-creador del universo junto con Él quiere aprisionarte. Él sólo desea que tu voluntad sea eternamente ilimitada. Ese mundo aguarda la libertad que le otorgarás cuando hayas reconocido que erres libre. Cap.30.II.4.3:6
Dios se dirige a ti y te pide que salves al mundo, pues mediante tu propia salvación el mundo sana. Cap.30.II.5.1
III.- Más allá de todo ídolo
Los ídolos son algo muy concreto. Más tu voluntad es universal, puesto que es ilimitada. Y así, no tiene forma, ni su contenido se puede expresar en función de la forma. Cap.30.III.1.1:3
Los ídolos son límites. Representan la creencia de que hay ciertas formas que pueden brindar felicidad, y de que, limitando, se consigue todo. Es como si dijeras: “No tengo necesidad de todo. Lo único que quiero es este trocito, y para mí será como si fuese todo”. Cap.30.III.1.4:7
Decídete a favor de los ídolos y estarás buscando perder. Decídete por la verdad y todo será tuyo. Cap.30.III.1.9:10
El propósito de todo ídolo es este: que no mires más allá de él a la raíz de la creencia de que te falta algo. Esto sólo podría ser cierto si hubieses pecado. Pues el pecado es la idea de que te encuentras solo y aparte de lo que es pleno. Cap.30.III.3.5:7
Dios no sabe nada de formas. Él no te puede contestar utilizando términos que no tienen sentido. Y tu voluntad no se puede satisfacer con formas vacías, concebidas exclusivamente para llenar una brecha que no existe. Cap.30.III.4.5:7
Lo que no es pleno no puede otorgar plenitud. Más lo que se pide sinceramente no puede ser negado. Tu voluntad se te concede. No en una forma que no habría de satisfacerte, sino en el Pensamiento pleno y completamente hermoso que Dios abriga de ti. Cap.30.III.5.8:11
Lo que Dios no conoce no existe. Y lo que Él conoce existe para siempre y es inmutable. Pues los pensamientos duran tanto como la mente que lo pensó. Y la Mente de Dios no tiene fin, ni puede haber un instante en que Sus Pensamientos puedan estar ausentes o cambiar. Cap.30.III.6.1:4
Los pensamientos parecen ir y venir. Sin embargo, lo único que esto significa es que algunas veces eres consciente de ellos y otras no. Un pensamiento del que te has olvidado parece nacer de nuevo en ti cuando retorna a tu conciencia. Cap.30.III.7.1:3
El Pensamiento que Dios abriga de ti no se ha visto afectado en modo alguno por tu olvido. Siempre será exactamente como era antes de que te olvidarás de él, cómo seguirá siendo cuando lo recuerdes y como fue durante el lapso en que lo habías olvidado. Cap.30.III.7.6:8
Más allá de todo ídolo se encuentra el Pensamiento que Dios abriga de ti. Este Pensamiento no se ve afectado en modo alguno por la confusión y el terror del mundo, por los sueños de nacimiento y muerte que aquí se tienen, ni por las innumerables formas de miedo que puede adoptar, sino que, sin perturbarse en lo más mínimo, sigue siendo tal como siempre fue. Cap.30.III.10.1:2
Fuera de ti no hay firmamento eterno, ni estrella inmutable, ni realidad alguna. La mente del Hijo del Cielo, en el Cielo está, pues ahí la Mente del Padre y la del Hijo se unieron en la creación, la cual no tiene fin. Tú no tienes dos realidades, sino una sola, y no puede ser consciente más que de una. Tu realidad es o bien un ídolo, o bien el Pensamiento que Dios abriga de ti. Cap.30.III.11.3:7
No olvides, por lo tanto, que los ídolos tienen que mantener oculto lo que tú eres, no de la Mente de Dios, sino de la tuya. La estrella sigue brillando y el firmamento jamás ha cambiado. Más tú, el santo Hijo de Dios, no eres consciente de tu realidad. Cap.30.III.11.8:10
- Los versículos compartidos, son meramente indicativos al tema de cada párrafo del Capítulo, solo la lectura completa del libro de Un Curso de Milagros, te dará una mejor comprensión. Te invito a escuchar el audiolibro.
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