EL DESEO DE SER ESPECIAL
Introducción
No olvides que la motivación de este curso es alcanzar y conservar el estado de paz. En ese estado la mente se acalla y se alcanza la condición en la que se recuerda a Dios.1.1:2
Aprender este curso requiere que estés dispuesto a cuestionar cada uno de los valores que abrigas. Ni uno solo debe quedar oculto y encubierto, pues ello pondría en peligro tu aprendizaje. Ninguna creencia es neutra. Cada una de ellas tiene el poder de dictar cada decisión que tomas. Pues una decisión es una conclusión basada en todo lo que crees. 2.1:5
La paz no tiene substitutos. No hay alternativa para lo que Dios crea. La verdad surge de lo que Él sabe. Y así como toda creación surgió de Su Mente por razón de lo que Él sabe, del mismo modo tus decisiones proceden de tus creencias. 2.7:10
I.- El deseo de ser especial: el sustituto del amor
El amor es extensión. Negarte a dar un regalo- por insignificante que sea- es no conocer el propósito del amor. El amor lo da todo eternamente. Si retienes una sola creencia, una sola ofrenda, el amor desaparece, pues has pedido que un sustituto ocupe su lugar. Cap.24.I.1.1:4
Mas una creencia que no se haya reconocido es una decisión de batallar en secreto, en la que los resultados del conflicto se mantienen ocultos y nunca se llevan ante la razón para ver si son sensatos o no. Cap.24.I.2.2
La única creencia que se mantiene celosamente oculta y que se defiende aunque no se reconoce, es la fe en ser especial. Esto se manifiesta de muchas formas, pero siempre choca con la realidad de la creación de Dios y con la grandeza con la que Él dotó a Su Hijo. Cap.24.I.3.1:2
Sólo los que se creen especiales pueden tener enemigos, pues creen ser diferentes y no iguales. Y cualquier clase de diferencia impone diferentes órdenes de realidad y una ineludible necesidad de juzgar. Cap.24.I.3.5:6
Pues ser especial no sólo separa, sino que también sirve como base desde la que el ataque contra los que parecen ser “inferiores”, es “natural” y “justo. Los que se creen especiales se sienten débiles y frágiles debido a las diferencias, pues lo que los hace especiales es su enemigo. Sin embargo, ellos lo protegen y lo llaman “amigo”.Cap.24.I.4.4:6
El deseo de ser especial es el gran dictador de las decisiones erróneas. He aquí la gran ilusión de lo que tú eres y de lo que tu hermano es. Y he aquí también lo que hace que se ame al cuerpo y se considere algo que vale la pena conservar. Cap.24.I.5.1:3
Ser especial jamás se puede compartir, pues depende de metas que solo tú puedes alcanzar. Y el jamás debe alcanzarlas, pues de otro modo tu meta se vería en peligro. Cap.24.I.6.5:6
Tu hermano es tu amigo porque su Padre lo creó semejante a ti. No hay diferencia alguna entre vosotros. Se te ha dado tu hermano para que el amor se pueda extender, no para que se lo niegues. Lo que no das, lo pierdes.Cap.24.I.7.1:4
Te resistes a aceptar este curso porque te enseña que tú y tu hermano sois iguales. No tenéis ningún propósito que no sea el mismo, ni ninguno que vuestro Padre no comparta con vosotros. Pues se ha eliminado de vuestra relación todo objetivo de ser especial. Cap.24.I.8.6:8
II.- La perfidia de creerse especial
Hacer comparaciones es necesariamente un mecanismo del ego, pues el amor nunca las hace.
Creerse especial siempre conlleva hacer comparaciones. Cap.24.II.1.1:2
Tú tienes una función que desempeñar en la salvación. Realizarla te brindara felicidad. Pero tratar de ser especial siempre te ocasionara dolor. Pues es una meta que se opone a la salvación, y, por lo tanto, va en contra de la Voluntad de Dios. Cap.24.II.2.5:8
Ser especial es la idea del pecado hecha realidad. Sin esa base no es posible ni siquiera imaginarse el pecado. Cap.24.II.3.1:2
Puedes defender el especialísmo, pero nunca oirás la Voz que habla en favor de Dios a su lado, pues hablan diferentes idiomas y llegan a oídos diferentes. Para todo aquel que se cree especial la verdad tiene un mensaje diferente, y un significado distinto. Cap.24.II.5.1:3
La verdad no transmite mensajes diferentes y sólo tiene un significado. Y es un significado que tú y tu hermano podéis entender y que os brinda liberación a ambos. Cap.24.II.7.4:5
El deseo de ser especial es el sello de la traición impreso sobre el regalo del amor. Todo lo que apoya sus propósitos no tiene otro objetivo que el de matar. Cap.24.II.12.1:2
Todo aquel que cree en su poder no hace sino transigir y hacer concesiones para establecer al pecado como substituto del amor y servirle con gran lealtad. Cap.24.II.12.5
La muerte de tu especialísmo no es tu muerte, sino tu despertar a la vida eterna. No haces sino emerger de una ilusión de lo que eres a la aceptación de ti mismo como Dios te creó. Cap.24.II.14.4:5
III.- Cómo perdonar el deseo de ser especial
El perdón pone fin al deseo de ser especial. Lo único que se puede perdonar son las ilusiones, que entonces desaparecen. El perdón es lo que te libera de todas las ilusiones, y por eso es por lo que es imposible perdonar sólo parcialmente.Cap.24.III.1.1:3
Cualquier forma de especialismo que aún valores, la has convertido en pecado.Cap.24.III.2.1
La verdad no es algo frágil, y las ilusiones no pueden afectarla ni cambiarla en absoluto. Pero ser especial no es lo que es verdad acerca de ti. Cap.24.III.3.2:4
Dios te pide que perdones. Él no quiere que la separación se interponga, como si de una voluntad ajena se tratase, entre lo que tanto Su Voluntad como la tuya dispone para ti. Cap.24.III.5.1:2
Todos los que se consideran especiales están dormidos, rodeados por un mundo de belleza que no ven. Cap.24.III.7.1
Odian la llamada que los puede despertar y maldicen a Dios porque no convirtió sus sueños en realidad. Cap.24.III.7.5
Mas abre los ojos ligeramente y veras al salvador que Dios te dio a fin de que pudieses contemplarlo y devolverle su patrimonio. Dicho patrimonio es también el tuyo. Cap.24.III.7.7:8
IV.- Ser especial en contraposición a ser impecable
Ser especial implica una falta de confianza en todo el mundo excepto en ti mismo. Depositas tu fe exclusivamente en ti. Todo lo demás se convierte en tu enemigo: temido y atacado, mortal y peligroso, detestable y merecedor únicamente de ser destruido.Cap.24.IV.1.1:3
Tener propósitos es algo que es sólo propio de la mente. Y las mentes pueden cambiar sí así lo desean. Cap.24.IV.2.6:7
El cuerpo no puede hacer nada por su cuenta. Considéralo un medio de herir y será herido. Considéralo un medio para sanar y sanará. Cap.24.IV.2.10:12
La mente no es algo limitado, y a eso se debe que cualquier propósito perjudicial le haga daño a toda ella cual una sola. Nada podría tener mayor sentido para los milagros. Pues los milagros no son sino el resultado de cambiar de propósito de herir a sanar. Cap.24.IV.3.6:9
Lo único que es seguro en este mundo cambiante que no tiene sentido en la realidad es esto: cuando no estás completamente en paz, o cuando experimentas cualquier clase de dolor, es que has percibido un pecado en tu hermano y te has regocijado por lo que creíste ver en él. Tu sensación de ser especial pareció estar a salvo a causa de ello. Y así, salvaste a lo que habías designado como tu salvador y crucificaste al que Dios te dio en su lugar. Y de este modo, estás en la misma encrucijada que él, pues sois un solo ser. Por lo tanto, el especialismo es su “enemigo” así como el tuyo. Cap.24.IV.5.2:6
V.- El Cristo en ti
El poder de un deseo apoya a las ilusiones tan fuertemente como el amor se extiende así mismo. Excepto que uno de ellos engaña y el otro sana. Cap.24.V.1.9:10
¿De dónde podría proceder tu paz sino del perdón? El Cristo en ti contempla solamente la verdad y no ve ninguna condenación que pudiese necesitar perdón. Él está en paz porque no ve pecado alguno. Identifícate con Él ¿y qué puede tener Él que tú no tengas? Cristo es tus ojos, tus oídos, tus manos, tus pies. Cap.24.V.3.1:5
El Cristo en ti está muy quedo. Él sabe adónde te diriges y te conduce allí dulcemente, bendiciéndote a lo largo de todo el trayecto. Su Amor por Dios reemplaza todo el miedo que creíste ver dentro de ti. Cap.24.V.6.1:3
Antes de que pueda haber conflicto tiene que haber duda. Y toda duda tiene que ser acerca de ti mismo. Cristo no tiene ninguna duda y Su serenidad procede de Su certeza. Él intercambiará todas tus dudas por Su certeza, si aceptas que Él es uno contigo y que esa unidad es interminable, intemporal y que está a tu alcance porque tus manos son las Suyas. Cap.24.V.9.1:4
VI.- Cómo escaparse del miedo
El mundo se aquieta ante la santidad de tu hermano, y la paz desciende sobre él dulcemente y con una bendición tan completa que desaparece todo vestigio de conflicto que pudiese acecharte en la oscuridad de la noche. Él es quien te salva de los sueños de terror. Cap.24.VI.1.1:2
Ve en él la creación de Dios, pues en él su Padre aguarda tu reconocimiento de que Él te creó como parte de Sí Mismo. Cap.24.VI.1.8:9
La santidad de tu hermano te muestra que Dios es uno con él y contigo, y que lo que tu hermano tiene es tuyo porque tú no estás separado de él ni de su Padre. Cap.24.VI.2.5
No olvides que el único propósito de este mundo es sanar al Hijo de Dios. Este es el único propósito que el Espíritu Santo ve en él, y, por lo tanto, es el único que tiene. Cap.24.VI.4.1:2
No te dejes cegar por el velo del deseo de ser especial que oculta la faz de Cristo de los ojos de tu hermano, así como de los tuyos. Cap.24.VI.6.5
La santidad de tu hermano es sacramento y bendición para ti. Cap.24.VI.8.1
Ser especial es la función que tú te asignaste a ti mismo. Te representa exclusivamente a ti, como un ser que se creó a sí mismo, auto-suficiente, sin necesidad de nada y separado de todo lo que se encuentra más allá de su cuerpo. Cap.24.VI.11.1:2
Tú que crees que es más fácil ver el cuerpo de tu hermano que su santidad, asegúrate de que entiendes lo que dio lugar a ese juicio. Ahí es donde se oye claramente la voz del deseo de ser especial juzgando contra Cristo y estableciendo el objetivo que puedes alcanzar y lo que no puedes hacer. Cap.24.VI.13.1:2
Para Cristo dicho juicio no tiene ningún sentido, pues sólo lo que la Voluntad de Su Padre dispone es posible y no hay ninguna otra alternativa que Él pueda ver. Cap.24.VI.13.5
VII.- El punto de encuentro
La santidad que mora en ti le pertenece a tu hermano. Y al verla en él, regresa a ti. Cap.24.VII.2.4:5
No trates de convertir tu especialismo en la verdad, pues si lo fuese estarías ciertamente perdido. En lugar de ello, siéntete agradecido de que se te haya concedido ver la santidad de tu hermano debido a que es la verdad. Y lo que es verdad con respecto a él tiene que ser igualmente verdad con respecto a ti. Cap.24.VII.3.3:5
Este curso no pretende enseñar lo que no se puede aprender fácilmente. Su alcance no excede el tuyo, excepto para señalar que lo que es tuyo te llegara cuando estés listo. Aquí los medios y el propósito están separados porque así fueron concebidos y así se perciben. Cap.24.VII.8.1:3
Es esencial tener presente que toda percepción seguirá estando invertida hasta que se haya comprendido su propósito. La percepción no parece ser un medio. Y es esto lo que hace que sea tan difícil entender hasta qué punto depende del propósito que tú le asignas. Cap.24.VII.8.5:7
He aquí la imagen que quieres tener de ti mismo; el medio para hacer que tu deseo se cumpla. Te proporciona los ojos con los que lo contemplas, las manos con las que lo sientes y los oídos con los que escuchas los sonidos que emite. De este modo te demuestra su realidad. Cap.24.VII.9.5:8
El cuerpo crece, se marchita, florece y muere. Y tú no puedes concebirte a ti mismo aparte de él. Lo tildas de pecaminoso y odias sus acciones tachándolo de malvado. Cap.24.VII.10.3:5
Pues de la misma manera en que haber creado a Su Hijo hizo feliz al Padre– además de dar testimonio de Su Amor y de compartir Su propósito- así el cuerpo da testimonio de la idea que lo concibió, y habla en favor de la realidad y verdad de ésta. Cap.24.VII.10.10
De esta manera se concibieron dos hijos, y ambos parecen caminar por esta tierra sin un lugar donde poderse reunir y sin un punto de encuentro. A uno de ellos– tu amado hijo-lo percibes como externo a ti. El otro-el Hijo de su Padre-descansa en el interior de tu hermano tal como descansa en el tuyo. Cap.24.VII.11.1:3
El Hijo de Dios conserva aún la Voluntad de su Padre. El hijo del hombre percibe una voluntad ajena y desea que sea verdad. Cap.24 VII.11.7:8
- Los versículos compartidos, son meramente indicativos al tema de cada párrafo del Capítulo, solo la lectura completa del libro de Un Curso de Milagros, te dará una mejor comprensión
One thought on “Capitulo 24-UCDM- Libro de Texto”