LA VISION DE LA SANTIDAD
V.- Los heraldos de la eternidad
Cada milagro de unión es un poderoso heraldo de la eternidad. Nadie que tenga un solo propósito, unificado y seguro, puede sentir miedo. Nadie que comparta con él ese mismo propósito podrá dejar de ser uno con él.Cap.20.V.1.6:8
Cada heraldo de la eternidad anuncia el fin del pecado y del miedo. Cada uno de ellos habla en el tiempo de lo que se encuentra más allá de éste. Dos voces que se alzan juntas hacen un llamamiento al corazón de todos para que se hagan de un solo latir. Y en ese latir se proclama la unidad del amor y se le da la bienvenida. Cap.20.V.2.1:4
Lo que le das a tu hermano es para el bien de todos, y todo el mundo se regocija gracias a tu regalo. Cap.20.V.2.6
No juzgues lo que es invisible para ti, o, de lo contrario, nunca podrás ver. ª Más bien, aguarda con paciencia su llegada. Se te concederá poder ver la valía de tu hermano cuando lo único que le desees sea la paz. Y lo que le desees a él será lo que recibirás. Cap.20.V.3.5:7
Puedes elegir ver o juzgar, pero nunca ambas cosas. Cap.20.V.4.7
VI.- El templo del Espíritu Santo
El significado del Hijo de Dios reside exclusivamente en la relación que tiene con su Creador. Si residiese en cualquier otra cosa estaría basado en lo contingente, pero no hay nada más. Y este hecho es totalmente amoroso y eterno.Cap.20.VI.1.1:3
El Hijo de Dios, no obstante, ha inventado una relación no santa entre él y su Padre. Su verdadera relación es una perfecta unión e ininterrumpida continuidad. La relación que él invento es parcial, egoísta, fragmentada y llena de temor. Cap.20.VI.1.4:6
La que el invento es totalmente auto-destructiva y se limita a sí misma. Cap.20.VI.1.8
Nada puede mostrar mejor este contraste que la experiencia de ambas clases de relación, la santa y la no santa. La primera se basa en el amor, y descansa serena e imperturbada. Cap.20.VI.2.1:2
El amor no tiene templos sombríos donde mantener misterios en la obscuridad, ocultos de la luz del sol. No va en busca de poder, sino de relaciones. Cap.20.VI.4.1:2
El cuerpo es el arma predilecta del ego para poder obtener poder mediante las relaciones que entabla. Y sus relaciones sólo pueden ser profanas, pues lo que verdaderamente son, él ni siquiera lo ve. Cap.20.VI.4.3:4
El templo del Espíritu Santo no es un cuerpo, sino una relación. Cap.20.VI.5.1
El Espíritu Santo no edifica Sus templos allí donde el amor jamás podría entrar. Cap.20.VI.5.6
Tú no puedes hacer del cuerpo el Templo del Espíritu Santo, y el cuerpo nunca podrá ser la sede del amor. Es la morada del idolatra, y de lo que condena al amor. Pues ahí el amor se vuelve algo, temible y se pierde toda esperanza. Cap.20.VI.6.1:3
Los idolatras siempre tendrán miedo del amor, pues nada los amenaza tanto como su proximidad. Cap.20.VI.7.1
Una relación no santa no es una relación. Es un estado de aislamiento que aparenta ser lo que no es. En el instante en que la idea descabellada de hacer que tu relación con Dios fuese profana pareció posible, todas tus relaciones dejaron de tener significado. En ese instante profano nació el tiempo, y se concibieron los cuerpos para albergar la idea descabellada y conferirle la ilusión de realidad. Y así, pareció tener un hogar que duraba por un cierto periodo de tiempo, para luego desaparecer del todo. Cap.20.VI.8.3:8
Deja a un lado el cuerpo entonces, y elevándote al encuentro de lo que realmente deseas, transciéndelo serenamente. Y desde Su templo santo, no mires atrás a aquello de lo que has despertado. Cap.20.VI.9.5:6
VII.- La correspondencia entre medios y fin
Hemos hablado mucho acerca de las discrepancias que puede haber entre los medios y el fin, y de la necesidad de que éstos concuerden antes de que tu relación santa pueda brindarte únicamente dicha. Pero hemos dicho también que los medios para alcanzar el objetivo del Espíritu Santo emanarán de la misma Fuente de donde procede Su propósito. Cap.20.VII.1.1:2
Las aparentes inconsistencias, o las partes que te resultan más difíciles de entender, apuntan meramente a aquellas áreas donde todavía hay discrepancias entre los medios y el fin. Y esto produce un gran desasosiego. Cap.20.VII.1.4:5
El periodo de desasosiego que sigue el cambio súbito que se produce en la relación cuando su propósito pasa a ser la santidad en lugar del pecado, tal vez esté llegando a su fin. En la medida en que todavía experimentes desasosiego, en esa misma medida estarás negándote a poner los medios en manos de Aquel que cambió el propósito de tu relación. Reconoces que deseas alcanzar el objetivo. Cap.20.VII.2.1:3
Todo objetivo se logra a través de ciertos medios, y si deseas lograr un objetivo tienes que estar igualmente dispuesto a desear los medios. Cap.20.VII.2.6
Cuando dudas, es porque el propósito te atemoriza, no los medios. Recuerda esto, pues, de lo contrario, cometerás el error de creer que los medios son difíciles. Cap.20.VII.3.4:5
El cuerpo es el medio a través del cual el ego trata de hacer que la relación no santa parezca real. El instante no santo es el tiempo de los cuerpos. Y su propósito aquí es el pecado. Cap.20.VII.5.1:3
Los medios parecen reales debido al valor que se le adjudica al objetivo. Y los juicios carecen de valor a menos que el objetivo sea el pecado. Cap.20.VII.7.6:7
El cuerpo no se puede ver, excepto a través de juicios. Ver el cuerpo es señal de que te falta visión y de que has negado los medios que el Espíritu Santo te ofrece para que sirvas a Su propósito. Cap.20.VII.8.1:3
La salvación es la meta del Espíritu Santo. El medio es la visión. Pues lo que contemplan los que ven está libre de pecado. Nadie que ama puede juzgar, y, por lo tanto, lo que ve está libre de toda condena. Cap.20.VII.9.4:7
VIII.- La visión de la impecabilidad
Al principio la visión te llegará en forma de atisbos, pero eso bastará para mostrarte lo que se te concede a ti que ves a tu hermano libre de pecado.Cap.20.VIII.1.1
La visión no sería necesaria si no se hubiese concebido la idea de juzgar. Cap.20.VIII.1.5
La visión se le otorga a todo aquel que pide ver. Cap.20.VIII.2.10
La impecabilidad de tu hermano se te muestra en una luz brillante, para que la veas con la visión del Espíritu Santo y para que te regocijes con ella junto con Él. Pues La paz vendrá a todos aquellos que la pidan de corazón y sean sinceros en cuanto al propósito que comparten con el Espíritu Santo, y de un mismo sentir con Él con respecto a lo que es la salvación. Cap.20.VIII.3.1:2
Bendice al Hijo de Dios en tu relación, y no veas en él lo que tú has hecho de él. Cap.20.VIII.3.6
El Espíritu Santo garantiza que lo que Dios dispuso para ti y te concedió, será tuyo. Este es tu propósito ahora, y la visión que hace que sea posible solo espera a que la recibas. Ya dispones de la visión que te permite no ver el cuerpo.Cap.20.VIII.4.1:3
Los ojos del cuerpo se ajustan al pecado, pues son incapaces de pasarlo por alto en ninguna de sus formas, al verlo por todas partes y en todas las cosas. Mira a través de sus ojos, y todo quedara condenado ante ti. Y jamás podrás ver todo lo que te podría salvar. Cap.20.VIII.6.6:8
Este mundo parece tener muchos propósitos, todos ellos diferentes entre sí y con diferentes valores. Sin embargo, son todos el mismo. Una vez más, no hay grados, sino sólo una aparente jerarquía de valores. Cap.20.VIII.8.8:10
Las alucinaciones sirven para alcanzar el objetivo de la locura. Son el medio a través del cual el mundo externo, proyectado desde adentro, se ajusta al pecado y parece dar fe de su realidad. Aún sigue siendo cierto, no obstante, que no hay nada afuera. Cap.20.VIII.9.5:7
Todo el significado que tú le confieres al mundo externo tiene que reflejar, por lo tanto, lo que viste dentro de ti, o mejor dicho, si es que realmente viste o simplemente emitiste un juicio en contra de lo que viste. Cap.20.VIII.10.3
La visión es el medio a través del cual el Espíritu Santo transforma tus pesadillas en sueños felices y reemplaza tus dementes alucinaciones – que te muestran las terribles consecuencias de pecados imaginarios- por placidos y reconfortantes paisajes. Cap.20.VIII.10.4
- Los versículos compartidos, son meramente indicativos al tema de cada párrafo del Capítulo, solo la lectura completa del libro de Un Curso de Milagros, te dará una mejor comprensión
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