EL PERDÓN Y LA RELACIÓN SANTA
V.- La relación que ha sanado
La relación santa es la expresión del instante santo mientras uno viva en este mundo. Como todo lo relativo a la salvación, el instante santo es un dispositivo práctico, del que dan fe sus resultados. El instante santo nunca falla. La experiencia que suscita siempre se deja sentir. Cap.17.V.1.1:4
La relación santa, que es un paso crucial hacia la percepción del mundo real, es algo que se aprende. Es la relación no santa de antes, pero transformada y vista con otros ojos. Cap.17.V.2.1:2
Consuélate con esto: la única fase que es difícil es el comienzo. Pues en esa etapa, el objetivo de la relación cambia de súbito a exactamente lo opuesto de lo que era antes. Éste es el primer resultado que se obtiene cuando se ofrece la relación al Espíritu Santo, a fin de que Él se valga de ella para Sus fines. Cap.17.V.2.5:7
Pues una vez que la relación no santa acepta el objetivo de la santidad, jamás puede volver a ser lo que era antes. Cap.17.V.3.9
Solo un cambio de propósito radical puede producir un cambio de parecer absoluto con respecto al objetivo de la relación. Según va produciéndose este cambio y hasta que finalmente se logra, la relación se vuelve progresivamente más grata y benéfica. Cap.17.V.5.2:3
No abandones al Espíritu Santo ahora, ni abandones a tu hermano. Esta relación ha vuelto a nacer como una relación santa. Cap.17.V.7.13:14
VI.- Como fijar la meta
La aplicación práctica del propósito del Espíritu Santo es extremadamente simple aunque inequívoca. Cap.17.VI.1.1
Lo simple es solo lo que se entiende fácilmente, y para ello, es evidente que debe ser claro. El objetivo del Espíritu Santo opera dentro de un marco general, pero Él te ayudará a hacerlo específico, porque la aplicación práctica es específica. Cap.17.VI.1.3:4
El objetivo debe definirse al principio, pues eso es lo que determinará el resultado. El ego procede a la inversa. Cap.17.VI.2.3:4
Sin un objetivo constructivo, establecido de antemano y claramente definido, la situación simplemente parece ocurrir al azar y no tiene ningún sentido hasta que ya ha ocurrido. Cap.17.VI.3.1
La ausencia de un criterio establecido de antemano que determine el resultado final, hace que sea dudoso el que se pueda entender y que sea imposible evaluarlo. Cap.17.VI.3.7
Tener a la verdad por objetivo tiene otras ventajas prácticas. Si la situación se usa en favor de la verdad y la cordura, su desenlace no puede ser otro que la paz. Y esto es así independiente de cuál sea el desenlace. Si la paz es la condición de la verdad y la cordura, y no puede existir sin ellas, allí donde hay paz tiene que estar también la verdad y la cordura. Cap.17.VI.5.1:4
Tener a la verdad por objetivo requiere fe. La fe está implícita en la aceptación del propósito del Espíritu Santo, y esta fe lo abarca todo. Allí donde se ha establecido el objetivo de la verdad, allí tiene que estar la fe. Cap.17.VI.6.1:3
VII.- La invocación a la fe
Los subtítulos de cualquier aspecto de una situación son los testigos de tu falta de fe. Demuestra que no creíste que la situación y el problema estuviesen en el mismo lugar. El problema era la falta de fe, y esto es lo que demuestras cuando lo separas de su fuente y lo pones en otro lugar. Cap.17.VII.1.1:2
No hay ningún problema que la fe no pueda resolver. Si trasladas cualquier aspecto de un problema a otro lugar, ello hará que sea imposible solventarlo. Pues si trasladas parte del problema a otro lugar, el significado del problema inevitablemente se pierde, y la solución del problema radica en su significado. Cap.17.VII.2.1:3
Únicamente lo que tú no has dado es lo que puede faltar en cualquier situación. Pero recuerda esto: la santidad fue la meta que se fijó para tu relación, y no fuiste tú quien lo hizo. Cap.17.VII.4.1:2
Tu fe tiene que aumentar para poder alcanzar la meta que se ha fijado. La realidad de la meta facilitara eso, pues te permitirá ver que la paz y la fe no vienen por separado. Cap.17.VII.4.4:5
El objetivo de la ilusión está tan estrechamente vinculado a la falta de fe como la fe está a la verdad. Cap.17.VII.6.1
Considera, no obstante, lo que sigue a continuación, y descubre la causa de tu falta de fe: crees que la razón por la que tienes algo contra tu hermano es por lo que él te hizo a ti. Mas por lo que realmente lo culpas es por lo que tú le hiciste a él. No le guardas rencor por su pasado, sino por el tuyo. Cap.17.VII.8.1:3
La verdad invoca la fe, y la fe le hace sitio a la verdad. Cap.17.VII.9.4
VIII.- Las condiciones de la paz
El significado que el propósito del Espíritu Santo le ha dado al instante santo, se le da también a toda situación. El instante santo suscita la misma suspensión de falta de fe – que se rechaza y no se utiliza- para que la fe pueda responder a la llamada de la verdad. Cap.17.VIII.1.2:3
El instante santo es el ejemplo supremo, la demostración clara e inequívoca del significado de toda relación y de toda situación cuando se ven como un todo. La fe ha aceptado todos los aspectos de la situación, y la falta de fe no ha impuesto el que nada se vea excluido de ella. Es una situación de perfecta paz, debido simplemente a que la has dejado ser lo que es. Cap.17.VIII.1.4:6
Esta simple cortesía es todo lo que el Espíritu Santo te pide: que dejes que la verdad sea lo que es. No intervengas, no la ataques, ni interrumpas su llegada. Deja que envuelva cada situación y que te brinde paz. Ni siquiera se te pide que tengas fe, pues la verdad no pide nada. Déjala entrar, y ella invocará la fe que necesitas para gozar de paz, y se asegurará de que dispongas de ella. Cap.17.VIII.2.1:6
Cuando aceptaste la verdad como el objetivo de tu relación, te convertiste en un dador de paz tan irremediablemente como que tu Padre te dio paz. Pues el objetivo de la paz no se puede aceptar sin sus condiciones, y tú tuviste que haber tenido fe en dicho objetivo, pues nadie acepta lo que no cree que es real. Tu propósito no ha cambiado ni cambiara jamás, pues aceptaste lo que nunca puede cambiar. Cap.17.VII.6.1:3