LA JUSTICIA DE DIOS
VI.- Tu función especial
La gracia de Dios descansa dulcemente sobre los ojos que perdonan, y todo lo que éstos contemplan le habla de Dios al espectador. Cap.25.VI.1.1
Y de la misma manera en que ama a otros con amor y con dulzura, así se contempla así mismo. Cap.25.VI.1.3
Y puesto que actúa en armonía con la Voluntad de Dios, tiene el poder de curar y bendecir a todos los que contempla con la gracia de Dios en su mirada. Cap.25.VI.1.8
Los ojos se acostumbran a la obscuridad, y la luz de un día soleado les resulta dolorosa a los ojos aclimatados desde hace mucho a la tenue penumbra que se percibe durante el crepúsculo. Cap.25.VI.2.1
De alguna manera lo vago y lo sombrío parece ser más fácil de contemplar y menos doloroso para los ojos que lo que es completamente claro e inequívoco. Cap.25.VI.2.4
Tu deseo de ver hace que la gracia de Dios descienda sobre tus ojos, trayendo consigo el regalo de luz que hace que la visión sea posible. Cap.25.VI.3.1
El perdón es la única función que tiene sentido en el tiempo. Es el medio del que el Espíritu Santo se vale para transformar el especialismo de modo que de pecado pase a ser salvación. El perdón es para todos. Mas sólo es completo cuando descansa sobre todos, y toda función que este mundo tenga se completa con él. Cap.25.VI.5.3:6
La salvación no es más que un recordatorio de que este mundo no es tu hogar. Cap.25.VI.6.1
Esto se ve y se entiende a medida que cada cual desempeña su papel en el des-hacimiento del mundo, tal como desempeño un papel en su fabricación. Cap.25.VI.6.4
Dios dispuso que el especialismo que Su Hijo eligió para hacerse daño a sí mismo fuese igualmente el medio para su salvación desde el preciso instante en que tomó esa decisión. Su pecado especial pasó a ser su gracia especial. Su odio especial se convirtió en su amor especial. Cap.25.VI.6.6:8
VII.- La roca de la salvación
El pecado es lo único en todo el mundo que no puede cambiar. Cap.25.VII.1.2
Pues el pecado es una petición de muerte, un deseo de hacer que los cimientos de este mundo sean tan firmes como el amor, tan dignos de confianza como el Cielo y tan fuertes como Dios Mismo. Todo aquel que cree que es posible pecar mantiene al mundo excluido del amor. Cap.25.VII.1.8:9
Es imposible que el deseo de morir del “pecador” sea tan fuerte como la Voluntad de Dios por la vida. Tampoco es posible que los cimientos de un mundo que Él no creó fuesen tan firmes y seguros como el Cielo. Cap.25.VII.2.1:2
Justificar uno solo de los valores que el mundo apoya es negar la cordura de tu Padre y la tuya.
Cap.25.VII.4.1
El pecado no es real porque ni el Padre ni el Hijo son dementes. Este mundo no tiene sentido porque se basa en el pecado. Cap.25.VII.4.8:9
Lo que no es amor es pecado, y cada uno de ellos percibe al otro como demente y sin sentido. El amor es la base de un mundo que los pecadores perciben como completamente demente, ya que creen que el camino que ellos siguen es el que conduce a la cordura. Cap.25.VII.6.3:4
Seria ciertamente una locura poner la salvación en manos de los dementes. Pero puesto que Dios no está loco, ha designado a Uno tan cuerdo como Él para que le presente un mundo de mayor cordura a todo aquel que eligió la demencia como su salvación. Cap.25.VII.8.1:2
La salvación es el renacimiento de la idea de que nadie tiene que perder para que otro gane. Y todo el mundo tiene que ganar, si es que uno solo ha de ganar. Con esto queda restaurada la cordura. Y sobre esta única roca de verdad la fe puede descansar con perfecta confianza y en perfecta paz en la eterna cordura de Dios. Cap.25.VII.12.1:4
La razón queda satisfecha, pues con esto todas las creencias dementes pueden ser corregidas. Y si esto es verdad, el pecado no puede sino ser imposible. Ésta es la roca sobre la que descansa la salvación, el punto estratégico desde el que el Espíritu Santo le confiere significado y dirección al plan en el que tu función especial tiene un papel que jugar. Pues aquí tu función se vuelve íntegra porque comparte la función de la totalidad.Cap.25.VII.12.5:8
VIII.- La restitución de la justicia al amor
Existe una clase de justicia en la salvación de la que el mundo no sabe nada. Para el mundo, la justicia y la venganza son lo mismo, pues los pecadores ven la justicia únicamente como el castigo que merecen, por el que tal vez otro debe pagar, pero del que no es posible escapar. Las leyes del pecado exigen una víctima. Cap.25.VIII.3.1:3
Tú que no sabes lo que es la justicia puedes todavía inquirir lo que es y así aprenderlo. La justicia contempla a todos de la misma manera. Cap.25.VIII.4.1:2
La justicia no exige ningún sacrificio, pues todo sacrificio se hace a fin de perpetuar y conservar el pecado. Cap.25.VIII.4.5
La venganza es algo ajeno a la Mente de Dios precisamente porque Él conoce la justicia. Ser justo es ser equitativo, no vengativo. Cap.25.VIII.5.5:6
A los que todavía creen que el pecado tiene sentido les resulta extremadamente difícil entender la justicia del Espíritu Santo. Cap.25.VIII.6.1
Su mundo depende de la estabilidad del pecado. Cap.25.VIII.6.7
Y así, piensan que perder el pecado sería una maldición. Y huyen del Espíritu Santo como sí de un mensajero del infierno se tratase, que hubiese sido enviado desde lo alto, disfrazado de amigo y redentor, para hacer caer sobre ellos la venganza de Dios valiéndose de ardides y de engaños. Cap.25.VIII.7.1:2
El amor no es comprensible para los pecadores porque creen que la justicia no guarda ninguna relación con el amor y que representa algo distinto. Y de esta manera, se percibe al amor como débil, y a la venganza como muestra de fortaleza. Cap.25.VIII.8.3:4
Y Dios Se alegra cuando Su Hijo recibe lo que la amorosa justicia sabe que le corresponde. Pues el amor y la justicia no son diferentes. Precisamente porque son lo mismo la misericordia se encuentra a la derecha de Dios, y le da al Hijo de Dios el poder de perdonarse a sí mismo sus pecados. Cap.25.VIII.9.9:11
Él no permitiría que Su Hijo fuese juzgado por aquellos que quieren destruirlo y que no pueden ver su valía en absoluto. Cap.25.VIII.10.4
Pues con un solo testigo basta. La simple justicia no pide nada más. El Espíritu Santo le pregunta a cada uno si quiere ser ese testigo, de forma que la justicia pueda ser restituida al amor y quede allí satisfecha. Cada función especial que Él asigna es sólo para que cada uno aprenda que el amor y la justicia no están separados, y que su unión los fortalece a ambos. Sin amor, la justicia está llena de prejuicios y es débil. Y el amor sin justicia es imposible. Cap.25.VIII.11.2:8
Tu función especial es que lo invoques, para que te sonría a ti cuya inocencia Él comparte. Su entendimiento será tuyo. Y así, la función especial del Espíritu Santo se habrá consumado. El Hijo de Dios ha encontrado un testigo de su inocencia y no de sus pecados. Cap.25.VIII.12.5:9
IX.- la justicia del Cielo
¿Qué otra cosa sino la arrogancia podría pensar que la justicia del Cielo no puede eliminar tus insignificantes errores?.Cap.25.IX.1.1
¿Estás dispuesto a que se te libere de todas las consecuencias del pecado?. Cap.25.IX.1.3
Pues si contestas “si” significa que renuncias a todos los valores de este mundo a favor de la paz del Cielo. Cap.25.IX.1.5
Significa asimismo que ahora la verdad tiene más valor para ti que todas las ilusiones. Y reconoces que la verdad tiene que serte revelada, ya que no sabes lo que es. Cap.25.IX.1.8:9
Dar a regañadientes es no recibir el regalo, pues no estás dispuesto a aceptarlo. Se te guarda hasta que tu renuencia a recibirlo desaparezca y estés dispuesto a que te sea dado. La justicia de Dios merece gratitud, no temor. Cap.25.IX.2.1:3
El tesoro no merma al ser dado. Cada regalo no hace sino aumentar el caudal de su riqueza, pues Dios es justo. Él no lucha con la renuencia de Su Hijo a percibir la salvación como un regalo procedente de Él. Mas Su justicia no quedara satisfecha hasta que todos la reciban. Cap.25.IX.2.5:9
La forma que el Espíritu Santo resuelve todo problema es la manera de solventarlo. El problema queda resuelto porque se tratado con justicia. Hasta que esto no se haga, seguirá repitiéndose porque aún no se habrá solventado. Cap.25.IX.5.1:3
Pues los milagros dependen de la justicia. Mas no como la ve el mundo, sino como la conoce Dios y como este conocimiento se ve reflejado en la visión que ofrece el Espíritu Santo. Cap.25.IX.5.5:6
La curación tiene que ser para todo el mundo, pues nadie merece ninguna clase de ataque. Cap.25.IX.6.3
Todo milagro es justo. Cap.25.IX.6.6
Es imposible recibir un milagro que otro no pueda recibir. Sólo el perdón ofrece milagros. Y el perdón tiene que ser justo con todo el mundo. Cap.25.IX.8.4:6
Das el milagro que recibes. Y cada uno de ellos se convierte en un ejemplo de la ley en la que se basa la salvación: que si uno solo ha de sanar, se les tiene que hacer justicia a todos. Cap.25.IX.10.1:2
Todo milagro es la conciencia de que dar y recibir es lo mismo. Puesto que no hace distinciones entre los que son iguales, no ve diferencias donde no las hay. Y así, es igual con todos porque no ve diferencia alguna entre ellos. Su ofrecimiento es universal y sólo enseña un mensaje: Lo que es de Dios le pertenece a todo el mundo, es un derecho inalienable. Cap.25.IX.10.6:10
Audiolibro Cap.25 (2da parte a partir de minuto 43:27)
- Los versículos compartidos, son meramente indicativos al tema de cada párrafo del Capítulo, solo la lectura completa del libro de Un Curso de Milagros, te dará una mejor comprensión
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