Capitulo 19-UCDM-Libro de Texto 1ra Parte

LA CONSECUCION DE LA PAZ

I.- La curación y la fe

Toda situación que se perciba correctamente se convierte en una oportunidad para sanar al Hijo de Dios. Y éste se cura porque tú tuviste fe en él, al entregárselo al Espíritu Santo y liberarlo de cualquier exigencia que tu ego hubiese querido imponerle. Ves, por consiguiente, que es libre, y el Espíritu Santo comparte esa visión contigo. Y puesto que la comparte, la ha dado, y así, Él cura a través de ti. Cap.19.I.2.1:4

El cuerpo no puede curarse porque no puede causarse enfermedades a sí mismo. No tiene necesidad de que se le cure. El que goce de buena salud o esté enfermo depende enteramente de la forma en que la mente lo percibe y del propósito para el que quiera usarlo. Cap.19.I.3.1:3

Si ves a tu hermano como un cuerpo, habrás dado lugar a una condición en la que unirse a él es imposible. Tú falta de fe en él te ha separado de él y ha impedido vuestra curación. Cap.19.I.4.3:4

De este modo, tú falta de fe se ha opuesto al propósito del Espíritu Santo y ha dado lugar a que se interpongan entre vosotros ilusiones centradas en el cuerpo. Y el cuerpo parecerá estar enfermo,  pues lo habrás convertido en un “enemigo” de la curación y en lo opuesto a la verdad. Cap.19.I.4.5:6

La falta de fe siempre limita y ataca; la fe desvanece toda limitación y brinda plenitud. La falta de fe siempre destruye y separa; la fe siempre une y sana. Cap.19.I.5.3:4

La verdad es la ausencia de ilusiones; las ilusiones, la ausencia de la verdad. Cap.19.I.5.8

La mente, pues, es la que tiene necesidad de curación. Y en ella es donde se encuentra. Pues Dios no concedió la curación como algo aparte de la enfermedad, ni estableció el remedio donde la enfermedad no puede estar. Cap.19.I.6.4:6

Tener fe es sanar. Es la señal de que has aceptado la Expiación, y, por consiguiente, de que deseas compartirla. Cap.19.I.9.1:2

La fe es lo opuesto al miedo, y forma parte del amor tal como el miedo forma parte del ataque. Cap.19.I.10.1:2

Tu falta de fe os ha separado, y así, no ves tu salvación en él. La fe, no obstante, os une en la santidad que veis, no a través de los ojos del cuerpo, sino en la visión de Aquel que os unió, y en Quien estáis unidos. Cap.19.I.12.6:7

II.- El pecado en contraposición al error

Es esencial que no se confunda el error con el pecado, ya que esta distinción es lo que hace que la salvación sea posible. Pues el error puede ser corregido y lo torcido enderezado. Pero el pecadode ser posiblesería irreversible. Cap.19.II.1.1:3

El pecado no es un error, pues el pecado comporta una arrogancia que la idea de error no posee. Pecar supondría violar la realidad, y lograrlo. Cap.19.II. 2.1:2

El pecado es la proclamación de que el ataque es real y de que la culpabilidad está justificada. Da por sentado que el Hijo de Dios es culpable, y que, por lo tanto, ha conseguido perder su inocencia y también convertirse a sí mismo en algo que Dios no creó. Cap.19.II.2.3:4

El pecado es la gran ilusión que subyace a toda la grandiosidad del ego.  Pues debido a él, Dios mismo cambia y se le priva de Su Plenitud. Cap.19.II.2.6:7

El Hijo de Dios puede estar equivocado, engañarse a sí mismo e incluso usar el poder de su mente contra sí mismo. Pero no puede pecar. Cap.19.II.3.1:2

El ego siempre considerará injustificable cualquier intento de reinterpretar el pecado como un error. Cap.19.II.5.1

Pues en el pecado radica su “mejor” defensa, a la que todas las demás sirven. El pecado es su armadura, su protección y el propósito fundamental de la relación especial tal como el ego la interpreta. Cap.19.II.5.4:5

Es imposible tener fe en el pecado, pues el pecado es falta de fe.  Más es posible tener fe en el hecho de que cualquier error puede ser corregido. Cap.19.II.6.12:13

III.- La irrealidad del pecado

La atracción de la culpabilidad reside en el pecado, no en el error. El pecado volverá a repetirse por razón de esta atracción. Cap.19.III.1.1:2

Pero mientras la culpabilidad continúe siendo atractiva, la mente sufrirá y no abandonará la idea del pecado. Cap.19.III.1.4

El pecado es una idea de perversidad que no puede ser corregida, pero que, sin embargo, será siempre deseable. Al ser parte esencial de lo que el ego cree que eres, siempre la desearás. Cap.19.III.1.6:7

Pues el ego lleva el pecado ante el miedo, exigiendo castigo. Más el castigo no es sino otra forma de proteger la culpabilidad, pues lo que merece castigo tuvo que haber sucedido realmente. El castigo es siempre el gran protector de pecado, al que trata con respeto y a quien honra por su perversidad. Cap.19.III.2.2:4

Un error, en cambio, no es algo atractivo. Lo que ves claramente como una equivocación deseas que se corrija. Cap.19.III.3.1:2

El Espíritu Santo no puede castigar el pecado. Reconoce los errores y Su deseo es corregirlos todos tal como Dios le encargó que hiciese. Pero no conoce el pecado, ni tampoco puede ver errores que no puedan ser corregidos. Pues la idea de un error incorregible no tiene sentido para Él. Lo único que el error pide es corrección, y eso es todo. Cap.19.III.4.1:5

Todo error es necesariamente una petición de amor. Cap.19.III. 4.7

En el tiempo el Espíritu Santo ve claramente que el Hijo de Dios puede cometer errores. En esto compartes Su visión. Más no compartes Su criterio con respecto a la diferencia que existe entre el tiempo y la eternidad. Y cuando la corrección se completa, el tiempo se convierte en eternidad.  El Espíritu Santo puede enseñarte a ver el tiempo de manera diferente y a ver más allá de él, pero no podrá hacerlo mientras sigas creyendo en el pecado. Cap.19.III.5.1:5

En el error sí puedes creer, pues éste puede ser corregido por la mente. Pero el pecado es la creencia de que tu percepción es inalterable y de que la mente tiene que aceptar como verdadero lo que le dicta la percepción. Cap.19.III.5.6:7

Mientras creas que tu realidad o la de tu hermano está limitada a un cuerpo, seguirás creyendo en el pecado. Cap.19.III.7.1

Si el pecado es real tiene que estar permanentemente excluido de cualquier esperanza de curación. Pues en ese caso habría un poder que transcendería al de Dios, un poder capaz de fabricar otra voluntad que pueda que puede atacar y derrotar Su Voluntad, así como conferirle conferirle a Su Hijo otra voluntad distinta de la Suya y más fuerte. Y cada parte fragmentada de la creación de Dios tendría una voluntad diferente, opuesta a la Suya, y en eterna oposición a Él y a los demás. Cap.19.III.8.1:3

Tu relación Santa tiene ahora como propósito la meta de demostrar que eso es imposible. Cap.19.III.8.4

Las barreras que impiden el paso al Cielo desaparecerán ante tu santa mirada, pues a ti que eras ciego se te ha concedido la visión y ahora puedes ver. No busques lo que ha sido eliminado, sino la gloria que ha sido restituida para que tú veas. Cap.19.III.10.6:7

Capitulo 18-2da Parte

Audiolibro Cap.19

  • Los versículos compartidos, son meramente indicativos al tema del párrafo de cada Capítulo, solo la lectura completa del libro  Un Curso de Milagros, te dará una mejor comprensión

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